23 de noviembre de 2011

CINCO MIL MUCHACHAS PARA UN SOLO HOMBRE.....

No fue una sola muchacha. Fueron cinco mil. Cinco mil muchachas que lo obsesionaron, que le robaron el sueño, que lo lanzaron en una carrera loca. Algunas eran rubias; otras eran morenas; otras, trigueñas; otras, pelirrojas. Unas vestían a la moderna; otras a la antigua.

¿Quiénes eran estas cinco mil muchachas? Eran muñecas, de las llamadas «Barbie», tesoro preciado de Glen Offield. Su afición era coleccionarlas. Pero Scott Sloggett las codició y las robó, después de lo cual incendió la casa de Glen Offield. Luego, horrorizado de su propio hecho, se suicidó tomando una sobredosis de drogas.



 Hay hombres que pierden la cabeza por una sola mujer,   asi como los hay que la pierden por muchas mujeres. Este hombre perdió la suya por una colección de cinco mil muñecas, una colección valorada en más de medio millón de dólares.

La historia bíblica y secular está llena de amantes célebres: Sansón y Dalila, David y Betsabé, Antonio y Cleopatra, Romeo y Julieta, Don Quijote y Dulcinea. Todas estas parejas son ejemplo del amor humano, de ese amor del hombre y de la mujer que se entregan intensamente al ser amado. Por ese amor dan hasta la vida. Porque al fin de cuentas, el amor es la fuerza más potente del mundo.



Ahora bien, el «amor» que Scott Sloggett tenía por las muñecas de Glen Offield no era más que codicia, pues buscaba beneficio monetario. Él quería hacerse rico con una colección que era única. Pero si bien Scott sólo buscaba aumentar sus bienes materiales, muchas son las personas que se abandonan a la lujuria buscando el efímero y voluble placer sensual.

Por entregarse al deseo de la carne abandonan esposa, hijos, respeto, conciencia y hasta el alma, no queriendo reconocer que la lascivia es una apetencia que mata. A Scott Sloggett lo abatió la avaricia. Al adúltero lo consume su lujuria.



Grande ha sido el amor de los famosos amantes de la historia. Todos ellos le dejaron una valiosa lección a la humanidad: que el amor pasional que se manifiesta en la intimidad fuera del matrimonio ....amor que se sale de los linderos establecidos por Dios..... produce caos en el individuo, en la familia y en toda la sociedad.


Pidámosle a Dios sobriedad. Los que tenemos a Cristo en el corazón y obedezcamos sus mandamientos, y vivamos en paz. Tenemos, además, la absoluta seguridad de vida eterna. Obedecer a Dios es hallar serenidad. Sus leyes no son penosas, y quienes las obedecemos experimentamos perfecta armonía. Cristo desea ser el  Salvador de todos ACEPTALO en tu CORAZON.


14 de noviembre de 2011

Un PAN Tostado No LE Hace MAL a NADIE......!!!!!

 
Despues de un largo y duro dia en el trabajo, mi mama coloco un plato de salchichas y pan tostado muy quemado frente a mi papa.
Recuerdo estar esperando ver si alguien lo notaba, mas sin embargo, aunque mi padre lo noto, tomo un pan tostado sonrio  a mi madre y luego se dirigio a mi preguntadome como me habia ido en la escuela.



Le conteste que bien y describi algunas tareas que me habian dejado para realizarlas en casa,  y recuerdo tambien verlo untando mantequilla y mermelada al pan tostado y comerselo TODO

Cuando me levante de la mesa, recuerdo haber oido a mi madre decir, amor mio te pido mil disculpas por LOS PANES TOSTADOS MUY QUEMADOS, mi padre muy atento respondio NO TE PREOCUPES CARIÑO,  a Veces me gustan los panes tostados y quemados.

Mas tarde fui  a dar un beso de buenas noches a mi padre y le pregunte si le gustaban los panes tostados bien quemados,  el me abrazo y me dijo, Tu madre tubo un dia muy agitado y duro en el trabajo, esta muy cansada y ademas UN PAN TOSTADO UN POCO QUEMADO NO LE HACE MAL A  NADIE asi no nos guste.



La vida esta llena de cosas imperfectas y gente imperfecta, aprender a aceptar los defectos, los errores  y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demas, es una de las cosas mas importantes para crear una relacion sana y duradera en un pareja, en una amistad, en un matrimonio y en una familia.


UN PAN TOSTADO y QUEMADO no debe romper un corazon, la COMPRENSION  y la TOLERANCIA, es la base de cualquier relacion, ser mas amable de lo que tu crees es necesario, porque todas las personas en este momentoe estan librando algun tipo de batalla en  su vida.

Todos tenemos problemas y  TODOS ESTAMOS APRENDIENDO A VIVIR y lo mas probable es que no- nos alcance la vida para aprender lo necesario.


El camino a la felicidad no es recto
Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES,
existen semaforos llamados 
AMIGOS,
luces de precaucion llamadas 
FAMILIA
y todo se logra si tienes: Una llanta de repuesto llamada
DECISION,
un potente motor llamado
AMOR,
un buen seguro llamado 
FE,
abundante combustible llamado
PACIENCIA,.....pero sobre todo.... Un experto conductor llamado  DIOS !!!
 
1a. Corintios 13:2 Y si tuviese profecia, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 
13:3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 
 
 
 

11 de noviembre de 2011

No, debo desobedecer a mi maestra....!!!!!!

Con mala ortografía y torpe letra el chico comenzó a escribir. Evidentemente el muchacho era rebelde e indisciplinado. Como castigo, la maestra le había asignado una tarea especial. Debía escribir, 300 veces, la frase: «No debo desobedecer a mi maestra.» 

Se trataba de Jorge Licea, de origen mexicano. Estaba asistiendo a una escuela pública en la ciudad de Los Ángeles, California. Jorge escribió, y escribió, hasta el fin de la clase. Al día siguiente Jorge llegó temprano a la escuela, pero no se juntó con sus amigos. Estaba como confundido y melancólico.



Quieto y sombrío, se detuvo en la puerta de su aula y comenzó a llorar. Luego, ante el espanto de sus compañeros, sacó de su bolsillo un revólver, se lo puso a la sien y apretó el gatillo. Jorge Licea tenía diez años de edad.
 
Este caso conmovió a la gran ciudad. Terminada la investigación, se halló que la causa de la tragedia no era la tarea que la maestra le había dado. El castigo sólo hizo estallar una causa que era mucho más profunda que una simple tarea.


La causa, que procedía de la vida del muchacho, tenía que ver con su hogar. Allí estaba evidenciada la fórmula de siempre: pobreza, violencia, drogas, alcohol y maltrato. El niño vivía en un infierno. Con apenas diez años de edad, ya había aguantado todo lo que un ser humano es capaz de aguantar. Y como no vio salida alguna, optó por quitarse la vida.


Así es la vida de muchos niños y niñas en este mundo perdido y desviado en que vivimos. Quizá usted, mi querido joven, se encuentra en una situación parecida. Quizá la vida suya también sea un infierno. ¿Será eso todo lo que este mundo ofrece? La respuesta, positiva y categórica, es: «¡No!»

En cierta ocasión Jesucristo dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos» (Lucas 18:16). Cristo, el autor de la vida, tiene una compasión muy especial por todos los que sufren injustamente.



Permítanme una palabra a ustedes, padres. ¿Será el ambiente de su hogar uno que podría dar lugar a la confusión y al deterioro moral de sus hijos? Su hogar es el único albergue que ellos tienen, y la vida presente y futura de ellos será una copia exacta de lo que es el hogar suyo.

Invitemos a Cristo, queridos padres, a ser el Señor de nuestro hogar. Cuando él reina en el hogar, hay serenidad y madurez y juicio y paz. Sólo Cristo produce cordura y armonía. Él quiere salvar nuestro hogar. Permitámosle entrar a nuestras vidas.
 
 
 

8 de noviembre de 2011

El Perdon No es Una Opcion....

Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica.

Primero, su marido tuvo un accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.


La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.
 
 
 
Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.
Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable. ¡Jamás lo perdonaré!»
El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago. Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.
 
 
¿Cuántas veces no habremos repetido el Padrenuestro? Comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Más adelante dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:9,12,13). Es decir: «De la misma manera en que yo, Señor, perdono, perdóname tú a mí.» Perdonar no es una opción. Es un mandamiento divino.
Cuando Jesús agonizaba en la cruz, mirando a la multitud, dijo: «Padre, perdónalos» (Lucas 23:34). El que más sufrió, el que fue clavado en una cruz, al referirse a sus verdugos dijo: «Padre, perdónalos.» Así nos enseñó el Maestro.
 
 
Así es el perdón divino gratis, eterno y perfecto, y sin embargo cualquiera puede ser salvo. Pero eso demanda que también nosotros perdonemos. Así como hemos recibido el perdón de Dios, tenemos que perdonar a los demás. No es una opción; es un mandato. Pero Cristo nos da la fuerza para cumplirlo.