25 de abril de 2011

«TE DESEO...»



Primero te deseo que ames,
y que, al amar, también seas amado,
y que, de no ser así, seas breve en olvidar,
y que, después de olvidar, no guardes rencores.

Deseo además que no estés solo,
pero que si lo estuvieras, sepas estarlo sin desesperarte.


Deseo también que tengas amigos,
y que aun los malos e inconsecuentes sean valientes y fieles,
y que por lo menos haya uno que sea digno de tu confianza.


Deseo así mismo que seas útil, pero no indispensable,
y que en los momentos malos, cuando no quede nada,
esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.


De igual modo deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
sino con los que se equivocan mucho y sin remedio,
y que, haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a los demás.

Deseo que, siendo joven, no madures muy deprisa,
y que, ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que, siendo viejo, no te entregues a la desesperanza;
porque cada edad tiene su placer y su dolor,
y hay que darles su lugar en nosotros.

Dicho sea de paso, deseo que estés triste,
no todo el año ni un mes, y ni siquiera una semana,
sino un día nada más; pero que en ese día de tristeza descubras
que la risa diaria es buena, la risa habitual es vana y la risa constante es insensata.


Deseo incluso que acaricies un gato, alimentes un pájaro
y oigas un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera te sentirás bien sin haber hecho nada importante.

Deseo también que siembres tu semilla, por más ridículo que parezca su tamaño,
y que la acompañes en su crecimiento cada día
para que sepas de cuántas vidas está formado un árbol.

Deseo también que ninguno de tus afectos se extinga, por tu causa,
pero que si se extingue alguno,
puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.


Por último, te deseo que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
y que, siendo mujer, tengas un buen hombre.
Y que se amen hoy, mañana y al día siguiente,
no de forma esporádica sino de modo constante desde ahora en adelante,
y que cuando estén exhaustos y sonrientes, aún tengan amor para volver a comenzar.

Y si todo esto llegara a suceder, no tendría nada más que desearte.





Efesios 3:17  para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,  a fin de que,  arraigados y cimentados en amor,
Efesios 3:18  seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura,  la longitud,  la profundidad y la altura,
Efesios 3:19  y de conocer el amor de Cristo,  que excede a todo conocimiento,  para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.


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